La enseñanza de la Historia no debe pasar desapercibida, de hecho, es una de las áreas académicas con mayor envergadura, pues, no hace falta realizar investigaciones exhaustivas para percatarse de la importancia que posee esta asignatura para la cotidianeidad, ya que, garantiza la formación de una identidad nacional del estudiante, le provee datos básicos importantes para construir su propia percepción de la historia, le ayuda a comprender de una manera interesante todos y cada uno de los procesos que se llevaron a cabo para que el mundo llegara a ser como lo es actualmente, entre muchos otros aspectos que hacen de la Historia de cada País, sobre todo de la Historia Universal, una de las asignaturas más importantes del sistema educativo, pero menos explotada por lo docentes (educativamente hablando), quienes hacen de ella una de las materias más tediosas de la educación.
A partir de la premisa anterior, surge el hecho de que muchos autores proponen a los docentes, específicamente a los de Historia, estrategias alternativas y diversos recursos didácticos concretos para mejorar la calidad de su enseñanza en la materia de historia, de manera que en el aula no sólo promuevan el conocimiento, sino que lleven a los estudiantes hacia una postura en que ellos sean capaces de realizar una interpretación personal y crítica sobre los temas históricos, todo ello tomando en cuenta los conocimientos previos del estudiante, sus habilidades, destrezas y, sobre todo, los ideales que formen parte de su cultura.
Asimismo, es el docente es quien debe acabar con la idea tradicional de enseñanza de la historia y ejercer su derecho de libertad de cátedra para poder practicar otros enfoques didácticos que mejoren el modelo heredado de enseñanza. Sin embargo, el profesor o profesora también debe cumplir con lo estipulado en el Sistema Educativo para cada grado, pero, puede darse la libertad de emplear sus propias propuestas e innovaciones para lograr un aprendizaje más significativo del conocimiento histórico y la maduración del pensamiento deductivo del estudiante, esto con el objetivo de garantizar la formación de individuos íntegros y capaces de desenvolverse fácilmente dentro de la sociedad.
Por ello, es indispensable enseñar la historia como una asignatura formativa en el desarrollo de habilidades, apreciándola como objeto de enseñanza de manera que el educando aprenda los principios y actitudes presentados como objeto de conocimiento en la medida que se les introduzca en los procesos de investigación que ejercen los historiadores. El alumno debe interactuar; puede y debe preguntar porqué importa tal o cual periodo, cuáles fueron los motivos para que ocurriera determinado suceso, etc.
A manera de síntesis, se puede determinar que, aunque suene muy trillado, para comprender el presente y poder proyectarse hacia el futuro, es necesario comprender el pasado, de hecho, es el estudio de la historia el que revela la raíz de la mayoría de los problemas que se viven hoy en día en el mundo. El estudio de la historia nos permite aprender del pasado y apreciar todo lo que hay detrás de lo que tenemos y hacemos.
Además, conocer la historia del mundo es un punto muy importante en la educación que se recibe, debido a que es un aspecto de suma importancia el conocer las raíces propias y así comprender de dónde viene la actualidad. También, se puede acotar que la historia marca cómo es la forma y el estilo de vida del ser humano, para ver cómo es que actúa en el presente se debe analizar lo que ocurrió en el pasado.
Finalmente, un principio obvio, pero frecuentemente olvidado, es que la historia debe estudiarse como una secuencia de causa ‑ efecto que ocurre en el fluir del tiempo, ¿qué quiere decir esto? Que sencillamente el conocer fechas y detalles precisos es menos importante que el tener un sentido de lo oportuno y significativo de eventos importantes, lo que se olvida muchas veces en la enseñanza de la historia.
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